De pequeña siempre pensaba que aquello del sexo oral tenía que ser algo relacionado con decirse “guarradas”. Por supuesto, acabé por descubrir todo lo que podía ofrecerme ese término a un nivel m+as práctico, pero hoy me pregunto si no habría que buscar otro concepto que englobe todo lo relacionado con lo decimos durante el acto sexual. Porque el sexo oral tiene mucha más importancia de lo que parece, sobre todo, cuando se dicen las palabras inadecuadas.
Somo seres inseguros casi por naturaleza, hay que aceptarlo, y el poder que nuestra pareja, estable u ocasional, tiene sobre nosotros en ese momento, es mucho mayor del que nos gustaría reconocer. Un “¡eres increíble!”, puede elevarnos al cielo, y un simple y rotundo “¿ya?” puede arruinarnos el momento, el día, el mes o, dependiendo de lo que ese “¿ya?” se difunda por el boca a boca entre sus amigas, todo un año.
Hay palabras que incluso pueden arruinar hasta la relación más consolidada, y un claro ejemplo es ese momento, en pleno éxtasis, en el que entre gruñidos o alaridos, suena un nombre, que por desgracia no es el tuyo, sino del exnovio o de la exnovia de turno. Más allá de esos errores, casi de principiantes, los hay que queriendo dar más emoción al asunto, o desbocados por la pasión, sueltan frases que pueden llegar a ser desconcertantes, ya que por ejemplo, y precisamente hablando de sexo oral, un “¡cómeme los huevos!”, puede dar emoción al asunto o romper toda la magia del momento.
En ocasiones es un poco difícil encontrar el equilibrio entre hablar sucio, algo indudablemente muy excitante, y el saber hacerlo pero de una forma sugerente. Siempre puede optarse por el diccionario oficial del “¡sigue así, dame más, no pares, oh dios, síííí!”, y tener la tranquilidad de que se va sobre seguro. Subir un poco el tono con un “¡oh sí cariño, quiero sentir como te corres…!”, puede darnos un par de puntos extra sin arriesgarnos demasiado, pero si cambiamos ese“cariño” por “puta”, podemos revolucionar sus hormonas y excitarla al máximo, o bien, revolucionar sus neuronas, y conseguir arruinar el que hubiera podido ser el polvo del siglo. Todo depende, claro, de la persona, el momento e incluso el lugar.
Los hay que sin embargo, por falta de tacto, o incluso intencionadamente, les gusta dar ese toque picajoso a la ocasión, quien sabe si por vocación o por pura venganza personal. Frases del estilo “¿te falta mucho?”, pueden desmotivar a cualquiera, o alusiones al tamaño tales como “¡vaya, era todo relleno!” (y me refiero a los atributos femeninos, comentar en este caso los masculinos, sin compararlo con Nacho Vidal, siempre estará abocado al desastre), desde luego no conseguirán sacar a la fiera que llevas dentro. Incluso, los hay de lo más educados, que en ese momento de subidón de oxitocina postcoital, tras susurrar un“te quiero” en su oído, te contestan con un “gracias”, y se dan por cumplidos.
En realidad, los comentarios inoportunos en general, suelen tienen que ver mucho con el sexo y la pareja, y no sólo cuando se está en plena faena. Si esa misma noche antes de ir a cenar, y tras tardar 20 siglos en elegir un vestido, la piropeas con un “¿no pensarás ir vestida así?”, puedes tener por seguro que no hay nada que digas esa noche que vaya a conseguir que te la lleves a la cama. Claro, que si quedas con esa chica especial y mientras ella se pasa la tarde hablando de sus problemas con los hombres, tú optas por jugar la baza de convertirte en elcompañero comprensivo, dulce y encantador que toda mujer desea, pero la cosa finaliza con un “es que tú me escuchas, eres un gran amigo”, olvídate, el resultado será el mismo, hoy no te comes un rosco.
La forma de dejar a tu chico o a tu chica es otro momento en el que el tacto también cotiza en alza, sobre todo para aquellos que se arriesgan a soltar bombas como “deberíamos vernos con otras personas” o “estoy pensado en que quizás debería volver con mi exnovia”, justo después de haber pasado un rato juntos entre las sábanas (sí, no es una leyenda urbana, existen), lo cual da lugar a plantearse si el verdadero problema está en que uno necesita mejorar sus técnicas como amante. Otro clásico es el qué decir cuando estás en la cama, con otra persona, y tu pareja te pilla en plena faena. ¿Hay algo que puedas decir que pueda empeorar aún más las cosas? Lo hay, sin duda… Quizá tendríamos que aprender un poquito más sobre cómo mejorar en nuestro “sexo oral”.