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Piñera y Golborne, los rostros de la derrota municipal

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Un viento gélido corría por La Moneda. El silencio se hacía notorio frente a los bocinazos que venían desde afuera. Claramente, al finalizar las elecciones municipales, el carnaval se encontraba fuera de las paredes del Palacio de gobierno, y no dentro como auguraban las encuestas y los analistas políticos. La rápida carrera de Carlos Larraín, presidente de RN, a quien la prensa sólo le vio los pasos apurados, confirmó lo que todos sabían: la derecha había perdido, y fue por paliza.

Minutos antes, el ministro de Obras Públicas y no candidato presidencial, Laurence Golborne pasaba raudo junto a Rodrigo Hinzpeter de uno a otro lado de La Moneda sin emitir una palabra. El problema era que el Gobierno no sabía cómo interpretar lo que ya todos comentaban. No había nada que la derecha de gobierno pudiera mostrar como triunfo, cuando alcaldías que se tomaban como seguras, caían ante la oposición: Zalaquett en Santiago, Sabat en Ñuñoa, Labbé en Providencia.

Además, Lavín Jr., fiel a su padre, perdía en Maipú, Recoleta se sumaba a los dominios del PC con Daniel Jadue ante una derecha absurdamente dividida, y el DC Álvaro Ortíz se alzaba en Concepción frente al candidato de la ex alcaldesa, Jacqueline Van Rysselberghe, Emilio Armstrong. Y así, suma y sigue.

Pasadas las 21.30 horas, Sebastián Piñera bajó a emitir un breve discurso que no admitió preguntas. Mientras Carolina Tohá celebraba en Plaza de Armas, Piñera se centraba en la baja participación que registraron estas elecciones, las primeras con voto voluntario: un 61% de los chilenos inscritos no votó, una cifra histórica y la mayor desde 1992. Más allá de lo decidor de esta cifra, su discurso no incluyó la palabra derrota. Su única mención fue un agradecimiento a los candidatos que no ganaron, los que curiosamente, pertenecían en su mayoría a su gobierno de excelencia.

FUERTE Y CLARO
A las seis de la tarde, los ministros y presidentes de partidos de la coalición de gobierno comenzaron a llegar a La Moneda. Ahí, reunidos en el salón Montt Varas esperarían los resultados de las municipales, que se esperaban para las 8 de la noche. Ya con los primeros cómputos las proyecciones anunciaban la derrota de Zalaquett en la que llamaban la madre de todas las batallas. Y no fue menos cierto, ya que la salida del edil de Santiago resumió un escenario que se repetiría en otras comunas.

El 2008, la Udi fue el partido que logró más alcaldes, con 145 electos. Al final de la jornada, apenas tenían 47 con un total de 121 como coalición. Un 37,37 por ciento del total frente al 43.09 por ciento que sumaba la Concertación, que aumentó 21 alcaldías respecto al 2008 (quedó con 168).

El mismo escenario se apreciaba en la elección de concejales, donde la Concertación, sumando sus dos pactos, sumó 48,96 frente al 35,66% de la Coalición.

La popularidad de Piñera, que en la última Adimark llegó sólo al 32%, se traspasó a los alcaldes, aún cuando el Presidente se restó de aparecer en carteles y palomas. Su puesto fue ocupado por Laurence Golborne, quien hoy aparece como el rostro que acompañó la derrota frente al silencio de Piñera.

El ministro de Defensa, Andrés Allamand, hizo el primer análisis tras la aceptación tácita de la derrota. Allamand, quien decidió mantenerse al margen de las elecciones, disparó contra la política de las encuestas, apuntando que éstas fracasaron rotundamente. “Lo que se ha demostrado es que candidatos a los que no se les atribuía ninguna posibilidad de triunfo, han conseguido éxitos notables”, aseguró Allamand.

“Esto no ha sido una buena elección para la centro derecha” reconoció después. También criticó las campañas que, a su juicio, mostraron poco las ideas, hablando de hacer un mea culpa como Alianza, pero sin derrotismos. Y es que el ministro se encargó de dejar en claro que ellos no consideran que la distancia que les sacó la Concertación en estas elecciones sea “una distancia que no se pueda acortar en este próximo año”. Allamand desapareció tras unos aplausos que sonaban absurdos ante el ambiente lúgubre que se respiraba. Incluso Iván Moreira ironizó al respecto, diciendo que lo de la derecha fue una derrota con mayúscula y que en ese ambiente, no tenía sentido ir a buscar aplausos o hablar de mea culpas.

El análisis macro de Allamand contrastó con los dichos de Golborne, quien tuvo un discurso mucho más cercano a la ciudadanía, lejano de la gran política. Siempre sonriente, Golborne dijo que “la gente pide una renovación, una distinta forma de hacer política”, además de lamentar la derrota de su amigo personal, Pablo Zalaquett. Era claro que la sonrisa de Golborne no fue suficiente a la hora de mantener las municipalidades que la Alianza había ganado en las elecciones pasadas.

Los distintos estilos se enfrentaron en el análisis de unas municipales que cambian el panorama que tenía el gobierno. Anticipando un resultado favorable a su coalición política, se esperaba la salida de los ministros presidenciables durante el mes de noviembre. Sin embargo, la derrota demuestra que la derecha se ha debilitado en manos de un Presidente que hoy está cada vez más solo en un barco que se hunde.

Por ahora, ninguno de los presidenciables confirmó una pronta salida del gabinete. El abandono de dos caras que concitan apoyo no sería favorable para La Moneda ante el actual panorama. Y mientras la jornada terminaba, las luces se iban apagando una a una en el patio de Los Naranjos, donde las breves palabras de Piñera fueron suficientes para dar cuenta de una derrota silenciosa que contrastaba con los bocinazos que desde afuera, celebraban la caída.


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