“Estoy terminando de escribirle una carta a Felipe Berríos”, explica Fernando Montes, rector de la Universidad Alberto Hurtado, cuando recibe a The Clinic Online en su oficina para conversar sobre la historia y los desafíos del nuevo Sumo Pontífice, el Papa Francisco. Ataviado con unos audífonos que tienen un micrófono incorporado el padre Montes termina de dictar el correo y comenta que la última vez que habló con el ex capellán de un Techo para Chile escuchó un ruido de metralletas que en el Congo es habitual, pero que en Santiago, a miles de kilómetros, lo sobresaltó. “Esa es la Iglesia real, la que se está jugando la vida en lugares difíciles”, subraya.
Sobre el nuevo Rey de Reyes, Montes primero aclara que está encantado con que el pontificado ya no parezca una monarquía. “Es Francisco, a secas, y eso es una buena señal, de humildad”, destaca.
Usted conoció personalmente a Jorge Mario Bergoglio cuando era seminarista, ¿qué recuerdos tiene de él?
Lo conocí personalmente como compañero. Si bien no éramos del mismo año, en nuestro sistema de estudio los cursos eran cíclicos, de modo que quienes estábamos en primer año veíamos los mismos contenidos, en algún minuto, que los que estaban en segundo año. Entonces éramos compañeros de clases. Además en ese tiempo los jesuitas vivíamos en una misma casa así es que convivíamos, tomábamos mate a la misma hora, los días jueves teníamos descanso, salíamos de paseo o nos comíamos un asado. Él era una persona débil, recuerdo que tenía que cuidarse bastante porque era enfermizo. Eso se debía a que habían tenido que sacarle un pulmón y en los años ’50, comienzos del ’60, esa era una operación ultra delicada, pero se recuperó perfectamente porque nunca he oído que haya quedado con alguna secuela. Era un hombre muy amable, respetuoso, no era bullanguero, era un argentino templado por su carácter italiano y por su buena educación, es decir, no era centro de mesa. Tengo además la impresión de una delicadeza y notable inteligencia, pero claramente no era una persona de vocación intelectual.
¿Cómo así?
No tiene vocación de un hombre de estudios sino que es más bien de un hombre de acción, muy bien formado, inteligente. No hay que creer que sólo los escritores son inteligentes, él es muy capaz, pero diferente del cardenal Ratzinger, que era profesor universitario y que siendo Papa escribió varios libros. Esa es una circunstancia en que lo conocí. La otra, es que fue el superior de los jesuitas argentinos cuando yo era superior de los jesuitas chilenos y en esa circunstancia tuvimos mucha oportunidad de vernos, de viajar juntos a Roma porque éramos provincias vecinas.
¿Conversó con él alguna vez sobre la dictadura y las violaciones a los derechos humanos? A él se le imputa haber delatado a jesuitas que fueron torturados y desaparecieron en el régimen de Rafael Videla.
Con él no recuerdo haber conversado del asunto de los militares, pero si de algo relacionado con eso. La respuesta que debo dar es compleja y amplia. Se ha acusado a Bergoglio de haber delatado a sus compañeros o haber dado pie para que los militares los desaparecieran. Encuentro que esa es una acusación infundada porque el periodista que lo dijo no ha mostrado ninguna prueba, ni testigos ni documentos y en esos términos me parece absolutamente inaceptable. En segundo lugar, Bergoglio tuvo oportunidad de responderle a un periodista por este asunto y negó terminantemente la acusación que se le hacía y más aún entregó nombres de personas que él escondió o ayudó a salir de Argentina, de modo tal que el testimonio de él desmiente la acusación. Creo inverosímil la acusación que se le hace y le creo a él.
No hay que confundir los tipos de problemas que él pudo tener con cuatro jesuitas que fueron problemas religiosos, no políticos. Ellos vivían en un campamento y en algún momento parece que él entendió que querían fundar otra orden religiosa y pidió claridad (…) pero de ahí a decir que él delató a esos compañeros, a esos cuatro jóvenes jesuitas a quienes yo quería mucho, es completamente infundado e inverosímil”.
La imputación se sustenta en testimonio de familiares de los desaparecidos…
Que me prueben eso. Si algún familiar señala eso, me pregunto cómo lo sabe. No hay que confundir los tipos de problemas que él pudo tener con cuatro jesuitas que fueron problemas religiosos, no políticos. Ellos vivían en un campamento y en algún momento parece que él entendió que querían fundar otra orden religiosa y pidió claridad. Entonces pudo haber tenido un pequeño problema con ellos, como ha existido en otras oportunidades en el mundo jesuita. Vino a Chile hace un tiempo el padre Molina que era superior de una congregación fundada por él. La compañía tuvo que decirle: elija, usted entra a la congregación que usted fundó o sigue en la compañía, y si sigue siendo jesuita entonces no puede ser superior de otra congregación. Usted no puede ser jesuita y franciscano. Entonces en estas circunstancias siempre surgen problemas, pero de ahí a decir que él delató a esos compañeros, a esos cuatro jóvenes jesuitas a quienes yo quería mucho, es completamente infundado e inverosímil.
Pero más allá de la actuación de Bergoglio, la Iglesia argentina en su conjunto fue más permisiva que la chilena en cuanto a violaciones a los derechos humanos.
Eso es clave. El conjunto de la Iglesia argentina fue menos activa y menos exigente que la Iglesia chilena en temas de DDHH. Yo fui colaborador de los obispos chilenos, fui superior de los jesuitas, fue presidente del Confer y como política decidimos no tener un magisterio paralelo, no hacer declaraciones, porque apoyábamos la línea de los obispos. Decidimos que hablara el cardenal Raúl Silva, que hablara el presidente de la conferencia episcopal y nosotros, callados. Normalmente eso sucede. Bergoglio no era obispo. Como provincial de la compañía uno no le puede imputar silencios a él cuando era un simple cura y los que hablaban eran los obispos. Más bien es cuestionable que los obispos argentinos en su conjunto no estuvieron a la altura de las circunstancias, pero eso no es imputable a él. Creo que Berglogio tuvo en Argentina un comportamiento razonable, personalmente, por lo que dice, incluso ayudo a gente. Le creo. A mí en Chile me tocó esconder gente, ayudar a personas a salir del país, meter a personas a embajadas, tuve escondidas personas en mi pieza, pero callado. Él señala algo similar y le creo.
Bergoglio no era obispo. Como provincial de la compañía uno no le puede imputar silencios a él cuando era un simple cura y los que hablaban eran los obispos. Más bien es cuestionable que los obispos argentinos en su conjunto no estuvieron a la altura de las circunstancias, pero eso no es imputable a él”.
¿Entonces usted sí cuestiona lo que hizo en la época la Iglesia Argentina?
Eso puede ser criticable. En su momento lo dije cuando era presidente de los religiosos de Chile y lo conversamos con los religisos de América Latina. El nuncio de argentina, según me han dicho, tuvo un comportamiento inaceptable de cercanía con Rafael Videla, con la dictadura; eso en Chile estaba prohibido.
SI A MÍ ME DICE QUE LA MUJER NO DEBE METERSE EN POLÍTICA, AUNQUE SEA PAPA SE LO DISCUTO
El Papa Francisco también dijo en 2007 que “las mujeres son naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos” y que “la mujer siempre es el apoyo del hombre pensador y hacedor, pero nada más que eso”, ¿qué le parece esa visión?
Esas opiniones quisiera verlas en su contexto. Hay que ser mesurados y cuidadosos. Una vez en Estados Unidos en una discusión le dije a una profesora norteamericana que el hombre y la mujer tenían una morfología distinta y complementaria, desde los órganos sexuales, y no me lo quería aceptar. Eso lo encuentro pintoresco. En esta universidad acabo de tener un foro donde se insiste en que la mujer es exactamente igual al hombre y creo que eso es así en una dimensión: es igual en su inteligencia, en su dignidad, no puede ser menospreciada, abusada. Doy la vida por eso. En lo físico, la sexualidad es distinta, la mujer muscularmente es más débil. Y se debe generar una cultura correctiva de la naturaleza, porque si no está el fenómeno de los leones, donde el fresco del rey se queda sentado mientras la pobre leona tiene que ir a cazar y después el león se come el mejor pedazo, porque es más fuerte. El hombre en general es más fuerte y para evitar el dominio de la fuerza hay que hacer una corrección. Eso no se puede decir, porque da la sensación de que no son iguales.
Lo que planteó el Papa es que el hombre es el animal político y punto.
Si dijo algo así, aún siendo Papa se lo discuto. En el orden de las relaciones puede haber un matriarcado y la sociedad debe ordenar las cosas para que la mujer no sea dominante ni dominada. Espero que el Papa tenga la capacidad de escuchar y la libertad de opinar. No descalificarlo automáticamente. Pero si a mí me dice que la mujer no debe meterse en política, aunque sea Papa se lo discuto.
También planteó que el matrimonio igualitario era “la pretensión destructiva al plan de Dios”.
Ese también es un tema delicado. Quisiera ver qué dijo, cómo lo dijo. Él como obispo de Buenos Aires no actuaba ex cátedra, pero es muy distinto lo que él puede haber dicho en una discusión política que lo que puede hacer en el pontificado. Tengo la impresión de que el Papa en lo doctrinal es bastante conservador y muy abierto en la justicia social.
¿No le genera ruido eso? Cuando se anuncia que el nuevo Papa es jesuita, el imaginario colectivo tiende a pensar que se está ante una persona progresista.
Hay que tener cuidado con las generalizaciones, porque conocí gente muy progresista que a la hora de la dictadura se echó para atrás y gente muy conservadora que arriesgó su vida defendiendo a inocentes. Es muy delicada la generalización sin más porque en la compañía hay gente progresista y conservadora. Ahora, hay un cierto carisma que espero del Papa -tal como espero que siendo Latinoamericano tenga una sensibilidad mayor por los pobres- que es la apertura y la sensibilidad al diálogo. San Ignacio nos dice al comenzar el más importante de sus libros que todo buen cristiano debe ponerse en la piel del otro para saber qué de verdad tiene el otro.
Es esperable un pontificado de mayor sencillez y cercanía, de enorme respeto a los que sufren y a los pobres, que no se concentre sólo en los problemas de la curia o de pedofilia, porque él es latinoamericano y la injusticia es un problema valórico”.
Se dice que el Papa Benedicto XVI fue quien debió enfrentar todos los casos de pedofilia y abusos que fueron ignorados previamente, ¿qué espera del Papa Francisco en estos temas?
Que no vayamos marcha atrás en los avances que ha habido y que son evidentes. La lentitud con que se procedió en casos de abusos sexuales en los ’90 no tiene relación con cómo se hacen las cosas ahora en que la Iglesia ha recibido denuncias contra sacerdotes muy connotados y ha actuado con más rapidez que los tribunales. Espero una mayor búsqueda de transparencia en este orden de cosas. Es esperable además un pontificado de mayor sencillez y cercanía, de enorme respeto a los que sufren y a los pobres, que no se concentre sólo en los problemas de la curia o de pedofilia, porque él es latinoamericano y la injusticia es un problema valórica. Hay que entender que el valor no se limita al sexo. Me molesta mucho cuando me dicen “hablemos de temas valóricos” y no incluyen en esos temas la justicia. Si un obrero tiene un sueldo de hambre, eso es un problema valórico. Ojalá tengamos una Iglesia que relea el evangelio y nos haga más simples, más sencillos y más pobres como Jesús.
Como cardenal Bergoglio sí llevaba una vida austera, ¿le parece una buena señal?
Él llevaba una vida austera y siendo un obispo tuvo una gran cercanía y sencillez en el trato con los más pobres. Otra cosa de él que me causa buena impresión es que ha tenido el valor de decirle al poder lo que piensa. Se ha enfrentado al Presidente Kichner y a la Presidenta Fernández. Si le dijo que por ser mujer no podía meterse en política, dijo una lesera, pero sí me parece interesante que en un país donde hay crecientes diferencias entre pobres y ricos, donde no hay transparencia ni honestidad en lo económico, él haya tenido el valor de decir las cosas al pan pan y al vino vino, es notable. El ejercicio de la autoridad como obispo no lo ha envanecido -siguió siendo humilde- y ha dicho la verdad. Son buenas señales.
¿Y eso cómo podría reflejarse en su pontificado?
En que como Latinoamericano es esperable una profunda cercanía a los pobres y la justicia; como jesuita, un diálogo con el mundo; y como cristiano, un reencuentro con Jesucristo. Ya nadie cree en un Iglesia poderosa y fastuosa, con el Papa Francisco llegó el momento de la sencillez. Me ha gustado mucho que ya no tenga carácter de rey, se llama Papa Francisco y eso es sencillo. Los hechos tienen que mostrar lo que primariamente nos ha mostrado con signos. Es tal el desafío que tiene por delante. No es sólo un problema de pedofilia lo que se ha visto en la Iglesia, es un tema de fe. No es posible que un solo Papa resuelva todo y temo que haya sobre expectativas, que haya desilusión, así es que rezo mucho para que dé todos los pasos que son precisos de dar.
Usted ha insistido en mencionar que la Iglesia no es sólo los casos de pedofilia, ¿le duele ese caricatura?
Me duele porque cuando hablo con el padre Berríos en el Congo sé que está arriesgando la vida. El otro día estaba hablando por teléfono acá afuera de la universidad y divisé a Anita Gossens, una misionera belga que trabaja en La Legua. En broma le digo a la persona con quien estoy hablando: Oye, te tengo que cortar porque viene avanzando por la vereda la reina de La Legua y el narcotráfico. Se río Anita. Ella es la Iglesia. Hay gente que está dando la vida de forma impresionante. De ella no habla nadie y hay un cura pedófilo desgraciado y se convierte en el rostro de la Iglesia. Lo bueno es que hemos avanzado en transparencia.
Sobre ese punto, fue cuestionado que el cardenal Francisco Javier Errázuriz fuera elector del Papa ya que es consignado como encubridor de abusos por el caso Karadima, ¿qué opina de esta situación?
Que hoy probablemente no hubiéramos actuado como lo hizo el cardenal Errázuriz. Pero no hay que ser anacrónico. Se procedió lentamente en su momento, se le dio menos credibilidad a las víctimas y de eso hemos aprendido. Pero de ahí a decir que él intento sistemáticamente encubrir me parece que no corresponde. Yo fui rector de un colegio, tuve un caso de pedofilia y la familia me vino a suplicar que no se enterara nadie. Son otros tiempos. Las personas, además, tienen derecho a un trato más respetuoso, decir que alguien es un criminal, es injustificado. Y sobre todo, la Iglesia es más que eso.