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La historia de la mujer símbolo de la liberación afroamericana en EEUU

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Vía Revista Ñ

El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks, cansada, se negó a ceder su asiento a un pasajero blanco en el colectivo de la ciudad de Montgomery, Alabama, tal como lo exigía la ley de segregación racial en todos los lugares públicos del sur de los Estados Unidos. Ese gesto entró en la historia como signo de la lucha que puso de pie a toda la comunidad afroamericana. Aunque no fue la primera vez que la militante se negaba a ceder su asiento: estaba cansada “de rendirse”, no de estar de pie.

A los 42 años, Rosa Parks ya era una militante confirmada: ejercía como secretaria de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP). Activista desde sus años de juventud, creció bajo la influencia de su abuelo, un compañero del rebelde jamaiquino Marcus Garvey y los principios de su madre, quien le inculcó el respeto y la igualdad desde la infancia. Su encuentro y luego su unión con Raymond Parks, un activista negro con participación en el célebre caso de los Scottsboro Boys (un grupo de adolescentes afroamericanos acusados de violar a mujeres blancas en 1931), se convirtió en un momento esencial de su aprendizaje de la resistencia, según cuenta la historiadora Jeanne Theoharis, autora de The Rebellious Life of Mrs. Rosa Parks, la biografía más completa de Parks publicada recientemente por Beacon Press.

Tampoco fue Rosa Parks la primera en negarse a ceder su asiento en un colectivo de Montgomery, una ciudad regida por las leyes segregacionistas conocidas como Jim Crow. Ya existía una larga historia de resistencia en Alabama y ella conocía los riesgos, sobre todo desde que uno de sus vecinos había sido golpeado a muerte por el mismo gesto. Pero ese 1 de diciembre de 1955 Parks no se había sentado en la parte “blanca” (delantera) del colectivo número 2857, sino en la parte del medio. Mientras atravesaba la Cleveland Avenue, fue el chófer, James Blake, quien le exigió que ceda su asiento, amenazándola con llamar a la policía si volvía a negarse –a lo que ella respondió: “hágalo entonces”. La lleva ron detenida. Su esposo y algunos amigos juntaron los 15 dólares de la multa para sacarla de la cárcel.

Durante esa noche, se imprimieron 35.000 panfletos y se organizó en Montgomery el boicot que debía durar un día, mientras Parks declaraba ante los Tribunales. Como líder de la acción se designó a un joven pastor de 26 años, recién llegado a la iglesia bautista de Montgomery: el entonces desconocido Martin Luther King.

Finalmente el boicot duró 381 días en los que Luther King defendió el principio de la no violencia y la desobediencia civil. Se elaboró un sistema de transporte independiente con la ayuda de la iglesia, con gente de todas las clases sociales, tanto por simpatía como por necesidad, que provocó casi la ruina de la empresa de transporte. La Corte Suprema terminó decretando que las normas de segregación de la ciudad eran anticonstitucionales.

En ese momento, la figura que ocupa las primeras planas fue la de Martin Luther King; y la foto que derivó en símbolo de la resistencia de esta mujer de Alabama, en realidad, fue la puesta en escena de un periodista de la revista Look, el mismo que se ve detrás de Rosa Parks. La imagen muestra a la mujer sentada adelante del hombre blanco, un gesto que días atrás había resultado imposible ver. Gran admiradora de Malcolm X, Parks continuó su militancia durante décadas contra la segregación racial y la Guerra en Vietnam. Incansable, la mujer que siempre quiso mantener el perfil bajo fue, sin embargo la primera mujer afroamericana en ser velada en el Capitolio, en octubre de 2005.

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