Cuando todos hablaban del fin del mundo para el 21 de diciembre del año pasado, la historia de Lucho Arenas sorprendió a más de uno: el humorista había juntado más de 500 botellas de agua para hacer frente a la catástrofe.
Pero como después de la fecha de los mayas nada pasó, Arenas no encontró nada mejor que regar sus plantitas con el agua ahorrada, según contó hoy a La Cuarta, y hoy está como todos los santiaguinos: racionando las idas al wáter y sin bañarse.
“Días después del 21 de diciembre decidí botar el agua, ya no me servía. Le eché a las plantas y ahora me arrepiento un poco porque estoy sin agua en Peñalolén”, declaró a La Cuarta.
“Me quedan como tres y ya no sirven. Como se burlaron tanto de lo que hice, pensé que lo mejor era botarlas. La embarré, así que no vengan a buscar agua acá porque no hay”, aseguró con pena.