La puerta del ascensor se abre y la joven y amateur actriz porno Victoria Dixon de 19 años aparece caminando lentamente mientras sonríe. Lleva un corto vestido blanco que permite ver sus voluptuosas piernas y los pies descubiertos encajados en un par de sandalias de verano. Su mirada tiene un cierto halo de despiste, como si en vez de estar sobre la tierra, caminara sobre las nubes. Son poco más de las once de la noche y estamos en el lobby de la entrada de un hotel madrileño. Dixon acaba de llegar esa misma mañana para grabar una serie de escenas porno para Arnaldo Chamorro, uno de los productores más representativos del mundo de vídeos caseros para adultos en Internet. Ella estará poco más de 24 horas ya que al día siguiente volverá a Almería donde vive con su madre. La página web de Arnaldo, FA Kings, tiene casi medio millón de visitantes diarios y se ha convertido en una de las más frecuentadas en la red. Cuando llamé por teléfono a Victoria y quedé con ella me pareció una buena idea sacarla a la calle y alejarla de los lugares cerrados donde ha estado prácticamente toda la tarde rodando escenas entre cuatro paredes.
—Hoy hemos hecho tres escenas —me dice sentada en una terraza muy cerca de la estación de Atocha y de su hotel—. En la primera hacía de una estudiante que pone una cámara oculta y se enrolla con el técnico que viene a arreglarle la tele. La segunda estuve yo sola haciendo un striptease y masturbándome, y en la tercera simulamos un casting.
—Debes estar muy cansada…
—Estaba cansada, pero ahora que me llamaste como que se me fue el cansancio —dice antes de pedirnos una cerveza.
Victoria Dixon nació en Oviedo y desde los catorce años ya soñaba con ser una actriz de cine para adultos. Encerrada en su habitación consumía porno por Internet y cuando cumplió los dieciocho años lo primero que hizo fue ponerse en contacto con Torbe, un conocido productor y pionero de cine X amateur en España. A él le mandó fotos desnuda, pidiéndole actuar en alguna de sus escenas. Para su sorpresa, poco tiempo después el productor la llamó para grabar directamente.
Dos semanas más tarde cogió un tren para Madrid con todos los gastos pagados y de esa manera, con dieciocho años recién cumplidos, debutó en el mundo de la pornografía amateur. A partir de ese momento ha seguido grabando escenas de manera frecuente.
—Cuando me llamaron pensé que era una broma, que era mentira. Esto no puede ser tan rápido, pensaba.
En el cuello Victoria Dixon lleva colgado un corazón negro que dice love junto con una pequeña llave y cuando le pregunto en broma si esa llave abre algo, suelta una carcajada.
—Esto del porno a mí me encanta, el dinero es aparte —dice en otro momento—. Obviamente no lo voy a hacer gratis, pero lo que a mí me interesa es hacer películas y ser reconocida, eso sería lo más. Que la gente me vea en las calles y diga: ahí va Victoria Dixon, la actriz porno.
Al mes, Victoria ha llegado a sacar mil quinientos euros grabando escenas de sexo y eso que recién está empezando en el negocio. “Aunque eso depende de cuántas escenas te salgan en un mes”, dice. “Un día antes de cada rodaje estoy muy ansiosa, no puedo dormir. Me paso la noche en vela. Y hasta que no grabo todas las escenas no me relajo. Pero si por mí fuera estaría grabando todos los días”.
El día que Victoria Dixon le contó a su madre que quería dedicarse a grabar porno ella le dijo: “¿Y qué esperas?”.
—De hecho fue ella quien me puso en contacto con algunos productores —dice—. Ella siempre me dice que si tuviera mi edad haría lo mismo.
Cuando nos vamos de bares ya son poco más de la una de la mañana. Salir de fiesta con una actriz porno puede ser muy divertido, sobre todo cuando los chicos se dejan provocar por sus miradas traviesas y sus gestos pícaros. A ella le encanta. En el primer bar Victoria me dice que le gusta el camarero detrás de la barra. No pasa mucho tiempo para que éste se acerque y le diga algo que no llego a oír. Al parecer la camarera es su novia. Luego de la segunda copa Victoria está bailando sola frente a mí de manera tan sensual que hasta las chicas se ven obligadas a verla. A las tres de la mañana el bar ha cerrado y volvemos a estar en la calle. Pero ella quiere seguir la fiesta.
—Te invito a un cubata —me dice antes de entrar en un bar en el que nos aseguran se quedará abierto toda la noche.
Luego de haber pedido la primera copa son varios los que se acercan a hablarle y todos en algún momento sacan sus teléfonos móviles y apuntan algo que Dixon les dicta al oído.
—Yo nunca les doy mi teléfono, pero sí las páginas donde pueden ver mis vídeos —dice—. Me encanta la idea de que luego se vayan a casa, me busquen y se toquen fantaseando conmigo —agrega sin dejar la picardía en su rostro.
Pasadas las seis de la mañana los nuevos fans de Victoria han desaparecido.
Al día siguiente Arnaldo me cita a las siete de la tarde en el metro Oporto de Madrid. Me dice que grabará con una pareja a quienes les encanta filmarse mientras mantienen relaciones sexuales. Su casa y oficina está en la primera planta de un edificio a muy pocos minutos de la estación de metro. En el 2003 Arnaldo Chamorro, madrileño en la treintena comenzó un blog llamado www.elarnaldo.com donde decidió colgar las novedades que encontraba en la red. “Siempre he sido un consumidor de porno”, dice. “Al principio lo hacía en mi tiempo libre y yo tenía que poner dinero. Los primeros meses no facturaba mucho, apenas 150 euros y era anecdótico tener que pagarte las cañas con el dinero ganado.”
A finales de 2004 Arnaldo ganaba casi lo mismo con su blog que con su trabajo de comercial. “Entonces me dije por qué no dedicarme a ser blogger de Internet a tiempo completo”. Así estuvo hasta principios de 2009, “en esa época en Internet se ganaba muchísimo dinero.” Hacia finales de ese año, con la crisis encima, Arnaldo tuvo que tomar una decisión y se puso a producir.
“Me di cuenta de que este negocio se movía por dos vertientes: el porno con tías súper buenas, asiliconadas y tíos cachas, o vídeos donde la gente que aparece es más bien normal, más convencional.” En el 2010 produjo su primer vídeo para FA Kings (que juega con la pronunciación de fucking en inglés que significa follar y king que significa rey). En él aparece una pareja amateur grabando un vídeo en donde ninguno muestra la cara y fue hecho caseramente por ellos mismos. El vídeo causó cierto furor y revuelo dentro de los internautas porque jugaba con el morbo de ver a gente común y corriente teniendo relaciones sexuales. “Muchos comenzaron a escribir y en los foros se armaron discusiones sobre si todo era cierto o no.” Desde entonces Arnaldo produce una media de 5 vídeos a la semana donde intenta hacer debutar a chicas y parejas amateurs. “Nosotros preferimos sacrificar la técnica audiovisual y grabar con personas comunes y hacer escenas los más amateurs y crudas posibles”.
Como Victoria Dixon, son varias las chicas que le escriben y se ponen en contacto para grabar con él. A las mujeres primerizas se les suele pagar entre doscientos y trescientos euros por escena y a los chicos, cien. “Es como si los productores se hubieran puesto de acuerdo porque es muy difícil que ofrezcan más”, dice Victoria, que un par de semanas después de nuestro encuentro se ha mudado a Madrid a pedido del productor que la desvirgó en este mundo. Ahora también hace Webcams eróticas.
“Depende de lo que se les pida, también. Nosotros tratamos de evitar los montajes,” dice Arnaldo mientras me muestra un vídeo de una pareja que realiza un trío por primera vez delante de las cámaras. Según Arnaldo aquella pareja se puso en contacto con él para que los grabara manteniendo relaciones sexuales y en algún momento el novio le transmitió su inquietud de querer dedicarse al mundo del porno profesionalmente. Cuando Arnaldo le propuso hacer un trío, el chico le respondió:
—Eso sólo lo haría con una tía.
—No te preocupes que yo te la consigo —le dijo Arnaldo.
Fue así como con la complicidad de su novia disfrazaron a un chico de tía y la sentaron en otra habitación de espaldas. Cuando el novio en cuestión se acercó a la supuesta chica y le tocó el hombro se dio con la no muy grata sorpresa de que la morena que había visto de espaldas tenía la barba crecida y pelos en el pecho.
—Si te quieres dedicar al porno, te tienes que acostumbrar a lidiar con todo tipo de situaciones —le dijo Arnaldo como buen consejero ante la expresión boquiabierta del aspirante a actor que no le quedó más remedio que seguir grabando.
Algo parecido ocurrió con un muchacho que por cien euros, tuvo que ver como su novia debutaba ante las cámaras con un desconocido. “Al final, el chaval que supuestamente iba a ser el protagonista de la escena quedó tan sorprendido que le costó mucho empalmarse y la verdad es que no funcionó muy bien,” me confiesa Arnaldo, que sabe el riesgo que se corre cuando se trabaja con gente amateur e inexperta. Los problemas muchas veces no se dan delante de las cámaras, sino detrás, cuando luego de verse reconocidas por mucha gente, las aspirantes a actrices se arrepienten de lo que han hecho. “Alguna vez me ha llamado alguna chica cabreada o llorando, contándome que la han echado de casa y que quite la escena de circulación. Muchas de ellas no se dan cuenta de la repercusión que puede llegar a tener Internet. Creen que es un juego y esto es un negocio como cualquier otro.”
Ahora Arnaldo me dice que llegó la hora de irnos a grabar con la pareja de esa tarde. Coge su cámara, las luces y salimos de su piso. En el garaje de su casa tiene un coche Peugeot mini color negro mate que se acaba de comprar. Su casa no está muy lejos de ahí, en el obrero barrio de Carabanchel. Cuando la puerta se abre nos encontramos con una pareja de entre treinta y cuarenta años. Ella es rubia, menuda y nos cuenta que se acaba de hacer el botox en los labios ese mismo día: “estoy toda hinchada”, dice. Él es varios centímetros más alto que ella y lleva el pelo largo con raya al medio. Ambos son de Bulgaria y llevan juntos más de ocho años, casi todo el tiempo que viven en Madrid. Esta no es la primera vez que graban una escena para adultos, “ya lo hemos hecho antes, pero siempre entre nosotros,” me cuentan. Aunque estudió enfermería, Daniela se gana la vida bailando en Mundo Fantástico, un local erótico que está en el centro de Madrid.
Tiene una pareja de baile, Deea, una voluptuosa rumana que también lleva el pelo rubio. Daniela comenzó a bailar un día de 2002 cuando una amiga le presentó a un representante que le dijo que por su figura podía dedicarse al baile erótico. Kiko es topógrafo, aunque asegura haber hecho de todo un poco, “desde portero de discoteca, hasta portero de fútbol,” dice entre sonrisas. Prefieren grabar solo entre ellos, pero ella no descarta la posibilidad de incorporar a un chico, “sólo que él no quiere”, dice señalando a su novio.
Su habitación tiene una cama doble y sobre ella hay una manta con rayas de leopardo que cubre el colchón y en la cabecera hay un ramo de flores artificial. En el suelo hay una infinidad de zapatos de tacones y plataformas gigantescos. Cuando las luces están listas Arnaldo les explica en qué consistirá la escena. Básicamente el guión es el de su propia vida, una pareja que le gusta grabarse mientras tiene relaciones sexuales.
Contrario a lo que todo el mundo creería, Arnaldo nunca participa en las escenas, ni en los castings. “Yo tengo novia”, asegura entre sonrisas, “ella trabaja conmigo, es administrativa y es la que lleva la parte contable de la empresa”.
Según Arnaldo, páginas españolas tan visitadas como FA Kings, Cum Louder o Leche 69 pueden llegar a facturar entre doscientos cincuenta mil y dos millones de euros al año. “Claro que en nuestro caso el beneficio hay que dividirlo entre varias web masters,” dice Arnaldo que ahora está pensando en ampliar el staff de 12 personas que trabajan para él. “Quiero contratar a gente que se dedique a la producción. Hay veces que termino muerto y hastiado de tanto grabar que me quedo un par de meses sin coger una cámara. Quiero sólo llegar y dirigir, sin tener que preocuparme de organizarlo todo”.
Precisamente, de que sigue grabando películas de manera tradicional y distribuyéndolas en DVD, sabe que el mundo de Internet sigue ganando terreno. Para Vidal el único inconveniente de Internet son los piratas y la falta de una regularización “que evite que haya gente lucrándose con el trabajo de otros”. Para él, “el porno amateur es algo que tiene mucho morbo porque todo el mundo quiere ver a su vecinita follando”. A pesar de que ya no vende la misma cantidad de copias en DVD que antes (de aproximadamente 25 mil al mes se ha pasado a vender apenas mil o mil quinientas), él seguirá haciendo grandes producciones, aunque “yo apuesto por el que me pague, por el que me compre”. Él asegura categórico: “Internet no es el futuro, es el presente”.
Rafael Fernández tiene 37 años y es escritor. Acaba de publicar un libro que se llama 20 polvos que todos los editores rechazaron por impúdico antes de ser autoeditado. Fue criado por unos abuelos ultra católicos y desde los quince años consume vídeos para adultos a diario. “El porno amateur lo descubrí en el 2001 cuando salió una página que se llamaba El cornudo vengador. Se suponía que era un tío al que le habían puesto los cuernos y había creado la página para que los engañados novios subieran vídeos y fotos de sus novias a manera de venganza. Me encantaba esa página”.
Gracias a un blog subido de tono que publicaba en 20 minutos, Rafael comenzó a colaborar en la industria del porno amateur y descubrió que no todo era color de rosa. “Muchas chicas lo hacen creyendo que van a ganar un montón de pasta. Pero luego de la primera vez no las vuelven a llamar. La excusa es sencilla, les dicen que las descargas no han sido las suficientes”. Fernández asegura que a veces que se pegan enfermedades “porque los análisis suelen estar trucados”. Rafael asegura que, de todas las chicas que se dedican a esto, “sólo el 1 por ciento es feliz.”
Para Lino Portela, periodista de radio de 33 años y consumidor de porno desde los diez años, lo más importante de los vídeos amateur es “que puedes ver lo que hace una chica o pareja que te puedes encontrar caminando en la Gran Vía.”
“En el porno amateur salen tías normales. No demasiado guapas normalmente”, dice Rafael. “El morbo es mayor porque escuchas las conversaciones de pareja y adviertes la vergüenza en la cara de la chica o la excitación por saber que su novio la está grabando. Percibes miles de pensamientos en sus rostros. El tío que se las folla no es ningún súper hombre musculoso con un rabo que le llega hasta las rodillas”, agrega Fernández. “Es un tío como tú. Además a mí me pone triste. Sé que nunca me voy a follar a mujeres así. Son inalcanzables”.
En la casa de los búlgaros la escena se ha puesto más caliente y Kiko tiene prácticamente el rostro metido en la parte trasera de su chica. La escena se graba en una sola toma y no hay ningún corte, excepto, cuando pasados quince minutos, Arnaldo tiene la impresión de que Kiko va a terminar antes de lo esperado.
—No te preocupes —dice Kiko—todavía no.
Cuando la escena termina la habitación parece un horno de tanto calor que hace. Afuera, en el balcón de la casa, me encuentro con una mujer rubia de unos cincuenta años que está fumando un cigarrillo. También es búlgara y cuando le pregunto si no le molesta que sus compañeros de piso graben escenas en su casa me dice que no, que no le molesta. Pero no se le nota muy convencida.
—Por eso es que esta tarde no he gritado tanto —dice Daniela que luego se dirige a una jaula a coger uno de los dos hamsters que hay en el salón —, para no molestar.
—A veces cuando grita se escucha hasta Atocha —dice Kiko que ahora nos ha servido una menta búlgara, una refrescante bebida que se toma con leche y hielo.
Sentados en el salón de la casa, Arnaldo saca un par de contratos, les pide su documentación vigente y les explica lo que están a punto de firmar. “Es decir”, agrega “que son mayores de edad, que son conscientes de que se les está grabando una escena de sexo explícito, que me quedo con los derechos en carácter exclusivo para explotarlos en cualquier medio, por Internet, televisión y DVD, y revenderlo por un tiempo indefinido.”
—O sea, que nosotros no podemos hacer nada con el vídeo —me explica Kiko.
Luego Arnaldo le toma una foto a los DNI´s e, inmediatamente después, les pide a sus actores que se pongan delante de una de las paredes y cojan con las manos sus carnés por cada lado.
—A esto se le llama el Micky Mouse —dice Arnaldo haciendo alusión a la manera como ambos lados del carnet aparecen sobre cada una de las orejas de los fotografiados.
Luego de firmar, Arnaldo guarda los contratos y bebe un poco más de su menta y les paga lo acordado, casi quinientos euros. Una hora después, salimos de casa.
—Dentro de pocas horas tengo que coger un vuelo a Ibiza —dice—. Hace poco fue mi cumpleaños y mis amigos han organizado un viaje de fin de semana.
En el coche, camino de regreso, me confiesa que no es normal quedarse en casa de sus actores tanto tiempo después de rodar.
—Son muy majos —dice mientras conduce—. Si mi novia no estuviera de vacaciones ya me hubiera llamado al móvil. Ella no permite que me quede más de media hora después de cada grabación.
Jorge y Miriam son una joven pareja de Moratalaz que no llega a los veinte años. Él viste con camisa y vaqueros y ella va bien maquillada. Cuando uno los ve podrían pasar como cualquier pareja de universitarios que asisten a la facultad. Han quedado en grabar una escena en casa de una pareja de actores y realizadores porno a los que se les conoce como Alicia Tank y Mario Vicious. Ambos tienen una estética punk, con el pelo afeitado por los lados y pintado de color violeta. Él lleva una cresta en la cabeza y los dos llevan encima varios piercings, tatuajes y botas de suela de goma y cuero sintético. Ellos también viven del porno pero de manera muchos más amateur, porque todavía no cuentan con una página web propia. En su caso producen vídeos que luego venden a una distribuidora. “Tampoco grabamos mucho, vamos a nuestro rollo,” me dice ella en otra ocasión, luego de haber estado grabando una escena en las calles del centro de Madrid. Los dos viven en el barrio de Móstoles, en un piso de protección oficial junto con tres perros, dos gatos y una iguana.
Jorge y Miriam han llegado tarde al rodaje porque en el trayecto se perdieron en el camino. “Se estropeó el GPS,” dice él. Ella estudiaba para auxiliar de veterinaria y cuando ve a las mascotas se distrae con ellos. “El problema de los perros es que hay que callarlos,” dice Miriam cuando escuchamos a uno de ellos que no deja de ladrar. Jorge lleva una gruesa cadena dorada que le cuelga del cuello y me cuenta que iba a estudiar informática, pero ahora con esto de las grabaciones ya no está tan seguro. En 2009 decidieron ponerse en contacto con el mismo productor de cine X que estrenó a Victoria
Dixon en Internet y quisieron probar eso de grabarse mientras mantenían relaciones sexuales. La primera vez les dejaron una cámara prestada y con ella se estrenaron en la red. El productor los tituló “La parejita feliz” e incluso llegaron a crear un blog donde se presentaban a sí mismos:
“Somos Miriam y Jorge”, decían en la presentación. “Tenemos 18 y 19 años. Ahora mismo estamos en paro, así que tenemos mucho tiempo para ponernos delante de una cámara. No hay nada mejor para sobrellevar la época de crisis que la coyunda, y más si te pagan por ello. Así que fuera vergüenzas y tabúes y a follar… Esperamos que disfrutéis de nuestras aventurillas y nos preguntéis todo lo que queráis saber de nosotros.”
—Gracias a eso nos colocamos primeros en descargas y votos en la página web —dice Jorge con cierto orgullo.
Ahora una par de nuevas productoras de vídeos por Internet les han hecho un par de ofertas para grabar una serial continúa y por el momento ninguno de los dos tiene pensado volver a las aulas de clase. “Si va bien, nos dedicamos a esto a tiempo completo”, dice Jorge.
En la habitación donde se graba la escena hay una gran ventana que da a la calle. Es de noche y en pleno ajetreo de la acción se escucha un grito que viene de fuera: “!Dale caña!” Por el cristal se ve a un grupo de jóvenes que están haciendo botellón alrededor de un coche tuneado y están mirando atentamente hacia la habitación que está exageradamente mucho más iluminada que el resto del edificio. Rápidamente Alicia cierra las persianas en medio de las sonrisas que nos ha hecho arrancar el comentario.
—Esto le corta el rollo a cualquiera —dice Mario Vicious antes de seguir con la grabación.
Cuando terminan con el rodaje los dos aspirantes a actores se quedan desnudos sobre la cama. Están sudorosos y antes de ponerse a ver las imágenes a través del visor de la cámara nos preguntan qué nos ha parecido todo.
—Muy bien —les digo—, se les veía muy naturales.
Mientras le dan una calada a un cigarrillo, Jorge y Miriam ya están discutiendo acerca de algún nombre artístico con el que sea más fácil identificarlos.
—Aunque no lo parezca soy una chica muy tímida —dice Miriam—, si le preguntas a mi madre te dirá que soy una chica muy tímida.