Quantcast
Channel: The Clinic
Viewing all articles
Browse latest Browse all 108924

Galería: Pueblos fantasmas alrededor del mundo

$
0
0

Agdam,  cicatrices de la guerra

Existen muchos motivos por los que algunos pueblos y ciudades quedan completamente abandonados, como su ubicación en lugares geológicamente inestables, el cierre de minas, desastres naturales… pero sin duda en Agdam encontramos el motivo más estúpido de todos, la guerra.

Así ocurrió que en el verano de 1993, la ciudad de Agdam, situada en el suroeste de Azerbaiyán, cayó en manos del ejército armenio durante la guerra de Nagorno-Karabaj. Casi 150000 personas huyeron de su ciudad para no volver a ella jamás, ya que el ejército armenio, para evitar que la urbe fuese reconquistada la bombardearon e incendiaron reduciendo sus casi dos siglos de historia a un montón de escombros.

Con el paso de los años, lo poco que quedó en pie fue desmantelado por los pocos que se atrevieron a volver para construir sus casas en lugares cercanos. A día de hoy, tan solo la mezquita y un puñado de viejas estructuras quedan en pie entre las marcas de lo que un día fueron calles y plazas, como bochornosa huella, una vez más, de nuestras intransigencias.

Balestrino, Italia

Un pueblo de la Italia olvidada, Balestrino, en la provincia de Savona, Italia.

El origen de este pequeño pueblo de ganaderos y agricultores se remonta a los siglos XI y XII y se relaciona directamente con la abadía benedictina de San Pietro dei Monti, propietaria en aquellos tiempos de los terrenos donde iría creciendo lentamente la población.

Alrededor de ambas edificaciones se construirían las casas de los habitantes creciendo el pueblo hasta su máximo a mediados del siglo XIX, cuando se censaron casi 900 habitantes.

A partir de esa fecha, al igual que muchos otros pueblos de la zona, la inestabilidad geológica de la zona y en especial un terremoto de magnitud 6.7 acontecido en 1887 fue ron la causa del comienzo de su declive.

Algunos se marcharon del pueblo, otros reconstruyeron sus casas y continuaron con sus vidas cotidianas hasta que en 1953 se marcharon del pueblo sus últimos habitantes quedando desde entonces en completo abandono.

En la actualidad existe “un nuevo Balestrino” reurbanizado a un escaso kilómetro del antiguo con unos 500 habitantes.

Como curiosidad, la columna central de la imagen que se asemeja a una chimenea es en realidad un poste símbolo del poder del Señor donde se torturaba a los condenados.

Villa Epecuén, el lago que se tragó al pueblo 

Situada en la provincia de la capital argentina de Buenos Aires, es posiblemente hoy día el lugar abandonado más desolador que se pueda encontrar por aquellas tierras. Toda su historia surge a partir de la creación de la villa junto a las orillas de la laguna Epecuén.

En 1920, una gran parte de visitantes llegaban a la capital de Buenos Aires mediante la red ferroviaria Argentina, el Ferrocarril Sarmiento servía la estación de Villa Epecuén (Hoy día también abandonada), mientras que el Ferrocarril Midland y el Ferrocarril del Sud llevaba los pasajeros hasta la estación Carhué.

Eran 280 establecimientos, entre hospedajes, pensiones, hoteles y comercios que llegaron a recibir en las décadas de 1950 a 1970 a 25.000 turistas de noviembre a marzo. La Villa llegó a poseer 1.500 habitantes estables.

Pero la naturaleza no había escrito todavía su última palabra…

El 10 de noviembre de 1985 el enorme caudal de agua rompió el terraplén de piedra y tierra que separaba la población de la laguna, e inundó gran parte de la localidad por lo que la villa desapareció por completo.

Sobre 1986, el pueblo estaba envuelto ya por 4 metros de agua en sus calles, llegando en 1993 a más de 10 metros de profundidad y hoy dia, las ruinas parecen querer emerger de las aguas como si de Poseidón se tratara, volviendonos a mostrar en este caso, la desolación de un pueblo condenado, la desolación de un pueblo devastado al que la naturaleza le guardó la peor de sus caras.

Podemos ver lo que hoy dia aparece bajo esas aguas, sus calles anegadas…

Su antiguo matadero, edificio santo y seña del lugar…

El eterno descanso de la población…

Con su cementerio incluido…

Y los restos de antiguos vehículos.

Allí donde descansaba la humanidad, hoy descansa la ruina y el óxido.

Eureka, otra víctima de la fiebre del oro

Caminando por la estatal 6, en Utah, nos topamos con Eureka, una población que llegó a estar entre las diez más grandes del estado y que hoy languidece olvidada y reseca, custodiando las viejas minas que un día fueron fuente de su esplendor.

Eureka forma parte del distrito minero de Tintic, está a unas setenta millas al suroeste de Salt Lake City, en el condado de Juab, Utah.

En 1869 se encuentran minas de oro y plata en la zona y se levanta el primer campamento minero que en 1899 se convierte en población.

En 1920, con casi 4000 habitantes, el pueblo disfruta de todos los lujos de la prosperidad minera; una escuela, tiendas, salones, bares, un palacio de justicia, varias iglesias e incluso dos líneas de ferrocarril, la de la Union Pacific (1889) y la Denver Rio Grande Western (1891).


Eureka en los años 20

Lentamente, con el pasar de los años, las betas se fueron agotando y las minas fueron cerrando, ahogando y condenando al pequeño pueblo a un futuro bastante oscuro. En 1957 cerraba la última mina y en la década de los 80 el censo de la población apenas llegaba a 700 personas.

Técnicamente, no se puede decir que Eureka sea hoy en día un pueblo fantasma en toda regla ya que todavía viven allí y en sus alrededores unos centenares de personas que viven, paradójicamente, de la decrepitud del pueblo.

En 1979 Eureka fue inscrita en el Registro Nacional de Lugares Históricos lo que hace que un buen número de turistas acudan a ver el lugar todos los años.

Kadyckchan, espejo del declive de la antigua Unión Soviética. 

Kadyckchan está situada en el Norte de Rusia, en la provincia de Magadan y a unos 90 kilómetros de la ciudad de Susuman.

La región de Magadan fue posiblemente uno de los lugares más miserables de Rusia.

Un vasto páramo que se podría decir que fue construido por y para esclavos, aunque claro, durante el comunismo esta palabra estaba prohibida y las miles de personas que vivieron en esta y otras ciudad similares tenían que estar agradecidas al régimen por proporcionarles un trabajo y una vivienda a cambio de trabajar 12 horas diarias sin derecho a vacaciones ni descansos.

El origen de Kadyckchan y de otras ciudades mineras en la zona como Ust Hakchan, Mjaundzha, Arkagala, Cedro, Burkandja, Maldjak, Belichan, Neksikan o Stony, data de la tercera y cuarta década del siglo pasado, cuando a raíz de unas obras hidráulicas en varios ríos de la zona se descubren enormes yacimientos de carbón, estaño y oro.

Pero calcando la historia de muchas ciudades mineras a lo largo y ancho del planeta, llegó el gran declive y el colapso de la Unión Soviética.

Las minas ya no eran rentables y mantener con vida a estas ciudades, situadas a miles de kilómetros de cualquier lugar y con crudos inviernos de diez meses de duración, se hacía algo demasiado costoso para el gobierno.

De modo que fueron literalmente “evacuadas”, cortando el suministro de agua, luz y calefacción nadie pudo quedarse allí, pese a que así lo hubiese deseado.

Los habitantes fueron realojados en otras ciudades por cuenta del estado y en apenas dos semanas Kadyckchan, ciudad grande y bulliciosa, quedó en completo silencio.

El rápido desalojo fue la causa de que no todos pudiesen llevar con ellos todas sus pertenencias teniendo que dejar allí muchísimos objetos y enseres de la vida cotidiana.

Entre las ruinas de la ciudad todavía se pueden encontrar viviendas en las que parece que sus habitantes tan solo han salido a comer. Libros, juguetes, electrodomésticos… todo permanece en su lugar acumulando polvo y olvido.

Silver city, el recuerdo del viejo oeste

Silver City es un pueblo abandonado situado al este de la frontera de Idaho, Oregon, en el Valle del Jordán.

Pese a la decrepitud y desolación que puede transmitir en las fotografías, Silver City fue uno de los pueblos más ricos y esplendorosos de Idaho durante muchísimos años.

La ciudad nació a principios del siglo XIX para albergar a los trabajadores de las minas de las montañas de los alrededores. De ellas se extraían diversos minerales que no tardaron en llenar los bolsillos de los ciudadanos de la pequeña ciudad que, en pocos años, creció de forma considerable atrayendo comercio y prosperidad.

Tal fue su importancia que llegó a ser capital del condado desde 1867 hasta 1935, cuando el título le fue arrebatado por la ciudad de Murphy.

Silver City fue la primera ciudad de Idaho en tener servicio telegráfico (1874) y también fue la primera en tener un periódico, “La avalancha de Idaho”.

Tenía incluso una fábrica de cerveza y una planta de embotellado y, por supuesto, un buen puñado de burdeles, salones de juego y un cementerio para entierros express.

Hacia el año 1889 comenzó el declive de la ciudad, algunos minerales se agotaron y otros ya no eran tan rentables.

La gente comenzó a emigrar a otros pueblos más prósperos en busca de nuevas oportunidades.

Otro factor importante para la agonía del pueblo fue su situación geográfica, demasiado lejos de cualquier lugar, sobre todo en los largos inviernos, en los que la ciudad quedaba durante meses prácticamente aislada por la nieve y el hielo.

Este hecho continúa hoy en día, entre los meses de octubre y mayo las carreteras que conducen al pueblo están cortadas por la nieve y tan apenas se puede ver un alma paseando por las calles.

En verano, el panorama cambia radicalmente y los turistas y vecinos de pueblos próximos acuden en masa a visitar lo que queda de este histórico lugar.

Algunas de las casas se han rehabilitado y se mantienen como pequeños albergues para acoger a los turistas. Es posible que esta pequeña iniciativa sea lo que mantiene a este inhóspito lugar todavía con vida tras más de medio siglo de abandono.

En el pueblo se conservan todavía muchos edificios importantes, como la escuela, la iglesia, el hotel y unas cuantas casas y edificios masónicos. También se pueden visitar las instalaciones de algunas de las minas cercanas.

Bodie ghost town, cuando se acaba la fiebre del oro

Bodie, cerca de la frontera con Nevada, en el Estado de California.

Bodie es un pueblo fantasma original de la década de 1800. Hoy en día se encuentra en un estado de “decadencia detenida”.

Así acuñado por el Estado de California, cuando tomaron la ciudad en 1962 para convertirla en un Parque Histórico del Estado.

En 1859 William (Waterman, alias) S. Bodey descubrió oro cerca de lo que ahora se llama Bodie Bluff. Una fábrica fue establecida en 1861 y la ciudad comenzó a crecer.

Todo comenzó con cerca de 20 mineros y creció a un estimado de 10.000 personas en 1880. En ese momento, a la ciudad de Bodie acudían familias, ladrones, mineros, propietarios de tiendas, pistoleros y prostitutas de todos los rincones de Estados Unidos.

En un momento dado se contabilizaron hasta 65 salones en la ciudad. Entre los salones también había un buen número de “casas de mala reputación”, salas de juego y fumaderos de opio e incluso un prospero barrio chino. Hubo entretenimiento para todos los gustos.

Después de un largo día de trabajo, los mineros se dirigirían a los bares y la zona roja para gastar sus ingresos. La mezcla de dinero, oro y alcohol era a menudo fatal. Se dice que había un hombre muerto cada día en Bodie.

Pero todo lo bueno se acaba, y ninguna mina dura toda la vida… Así en la década de 1870 comienza un declive que continuará hasta el abandono total del pueblo. Las minas se automatizan y los procesos de extracción de oro y su lavado ya no necesitan de tanta mano de obra. La mayoría de gente se marcha a otros lugares más prósperos en 1910 tan solo se censan en la ciudad 698 personas.

La primera mina cierra en 1913, el ferrocarril es abandonado en 1917 y tras vanos intentos de reactivar la economía por parte de los pocos trabajadores que quedan, llegan las guerras que dan la puntilla final a la actividad de este pueblo. En 1942, con todos los comercios y servicios estatales cerrados, la última familia abandona la ciudad.

Hoy en día se conservan más de 150 edificios en perfecto estado, aunque solo es una pequeña parte de la esplendorosa ciudad que fue en su día. Sobre el nombre del pueblo, se cuenta que el pintor del letrero no tenía suficiente espacio en la parte de abajo para pintar la cola de la y griega, y sin muchas preocupaciones la cambió por una i latina.

Pese a que el pueblo se encuentra al final de un camino polvoriento de 13 millas en un lugar recóndito de la estatal 395, recibe a más de 200.000 visitantes todos los años que acuden a Bodie para contemplar uno de los lugares mejor conservados y más representativos de los cientos de ciudades y poblados que emergieron de la nada gracias a la fiebre del oro.

Plymouth, de capital a pueblo fantasma

Erase una vez, una isla paradisíaca…

No es la primera vez que se abandona un pueblo a causa de la lava y las cenizas tras la erupción de un volcán cercano, como ocurrió en San Juan de Paricutín o en la misma Pompeya. Pero el caso de Plymouth es quizás más espectacular, tanto por el tamaño de la ciudad como por la cercanía temporal del trágico suceso, del que tan solo han transcurrido algunos años.

Plymouth era la capital de una pequeña isla caribeña llamada Montserrat, dependiente del Reino Unido y ubicada al sureste de Puerto Rico. La isla fue descubierta por Cristóbal Colón que le dio el nombre de la montaña de Montserrat, cerca de Barcelona, en 1493.

La isla permaneció prácticamente deshabitada hasta el año 1632, cuando se establecieron los primeros colonos británicos. En varias ocasiones Francia intentaría arrebatar la isla a los ingleses, pero sin conseguirlo. Y así pasó el tiempo en este pequeño paraíso, de clima templado y vida tranquila, con una población en su mayoría de mulatos descendientes de irlandeses y africanos dedicados a la pesca y al turismo.

Pero la isla encerraba un terrible peligro, con 914 metros de altitud, el volcán Soufriere Hills, que todos creían dormido, entró en erupción sin previo aviso el 18 de julio del año 1995. Sin apenas tiempo de reacción, todos los habitantes de Plymouth y de los poblados cercanos tuvieron que huir hacia el norte de la isla y más tarde, en apenas un par de días, los 13000 habitantes de Montserrat son evacuados.

Desde esa fecha el volcán continúa arrojando lava y ceniza esporádicamente, siendo el más activo del Caribe. Muchos de los antiguos habitantes, al ver sus hogares cubiertos por la lava decidieron no volver a la isla, otros muchos sí que lo hicieron y en la actualidad unas 9000 personas residen en la zona noroeste de la isla, aunque siempre con un ojo puesto en el humeante cráter del Soufriere Hills.

La zona sur, casi en su totalidad, está catalogada como zona de exclusión y está totalmente prohibido el paso al personal no autorizado.

La antigua capital Plymouth y un puñado de pequeños pueblos adyacentes van desapareciendo año a año bajo las cenizas que emana el volcán y, esporádicamente, una lluvia de rocas y cascotes destroza los tejados que todavía se mantienen en pie.

Algunas zonas están menos afectadas y, desde la lejanía, parecen poblados totalmente normales, a no ser porque en sus calles ya no pasea nadie desde aquel día en el que el volcán reclamó lo que era suyo.

Vista de la torre, antes y después.

La ciudad fantasma de Varosha: cómo un centro turístico se convirtió en un lugar desolado. 

El paraíso robado.

Existen mil razones por las que pueblos y ciudades quedan en ocasiones abandonados y pasan a engrosar la lista de pueblos fantasma, pero sin duda, los motivos por los que Varosha pasó a formar parte de esta lista, hace ya 35 años, es uno de los peores: la codicia, los fanatismos y la estupidez humana que más veces que menos nos lleva a encontrarnos en situaciones tan tristes como la de esta ciudad.

Varosha es el distrito costero de la ciudad de Famagusta, en Chipre. En los años sesenta y principios de los setenta Famagusta era un centro turístico reconocido a nivel mundial, sus playas blancas de aguas cristalinas y el siempre apacible clima mediterráneo lo convirtieron en el lugar preferido de de muchos famosos del momento como Elizabeth Taylor, Richard Burton, Raquel Welch y Brigette Bardot, que le daban el toque de glamour que estos rincones del Mediterráneo necesitan para destacar del resto.

La gente acudía de todos los lugares y el progreso económico del lugar se transformaba año en año en grandes bloques de apartamentos y hoteles de lujo para poder dar cabida a todos los visitantes y turistas.

Pero toda la alegría y todo el progreso de esta joya turística se vio truncado de golpe a mediados de agoste de 1974, cuando todo el distrito junto con el norte de Chipre fue tomado por las tropas Turcas. Más de 45000 greco-chipriotas tuvieron que huir a la carrera de Varosha dejando allí todas sus pertenencias y posesiones.

Chipre quedó desde entonces dividida de forma dramática. El sur ocupado por los greco-chipriotas y el norte ocupado por los turco-chipriotas y, justo en medio, el barrio de Varosha totalmente desocupado y bajo control de los turcos, que no lo pueden ocupar por una resolución de la ONU en 1984 que prohíbe totalmente todo sentamiento en el lugar a personas que no sean sus habitantes originales greco-chipriotas.

Desde entonces, los greco-chipriotas han luchado por recuperar su ciudad expoliada; comisiones, resoluciones, consejos de seguridad de la ONU, decisiones, derechos internacionales, convenciones de los derechos humanos, libertades, democracias… todo un cúmulo de batallas burocráticas que por el momento no han dado resultado alguno, más que promesas siempre incumplidas por parte de los ocupantes del norte.

Ni el más alto tribunal europeo parece encontrar una solución para este conflicto mientras que lo que antaño fue uno de los más bellos y famosos lugares turísticos del planeta se desmorona irreversiblemente.

Craco, ciudad medieval abandonada

Fortaleza que durante muchísimos siglos acogió a las familias más poderosas del sur de Italia.

Entre los muros derruidos, un edificio destaca todavía del resto, es el convento de San Pedro y desde lo más alto de su torre, el paisaje que podemos observar nos corta la respiración. El extenso valle de Cavone se extiende como un mar de suaves colinas hasta más allá de donde nos alcanza la vista.

El viento sopla fuerte, y abajo, en el pueblo, comienza un peculiar concierto de gemidos y chirriares provocados por el golpeteo de ventanas y contraventanas, puertas que apenas se sostienen por una alguna bisagra oxidada o los restos de una veleta que hace décadas que perdió el norte.

Estamos en el pueblo abandonado de Craco, que antes fue Graculum o Cracum y que entre sus piedras atesora más de 2500 años de historia.

De origen pre románico, Craco nace entre los siglos VIII y VI a.C. no se conoce demasiado de su historia hasta prácticamente el segundo milenio de nuestra era, lo cual indica que durante siglos sus habitantes no pasaron demasiadas penalidades dedicándose al cultivo y a la ganadería en el fértil valle.

En el siglo X, la propiedad pasa a manos del arzobispo Arnaldo di Tricarico y desembarcan en el lugar los monjes basileos que darán un fuerte impulso a la población reconstruyendo y repoblando gran parte de ésta. A partir de aquí, el pueblo pasa formar parte de diferentes feudos de reyes, nobles y familias poderosas de la edad media. Y así continúa prácticamente hasta el siglo XX. En 1963, un terremoto causa graves daños en el pueblo, viniéndose abajo muchas casas. Comienza el éxodo hacia lugares más prósperos hasta que en 1975, el último habitante abandona este bello y milenario enclave.

Desde entonces, el lugar agoniza lentamente bajo el sol del agosto y el frío y cortante viento invernal a la espera de que otro movimiento del terreno, acabe por colapsar totalmente los edificios que todavía resisten al tiempo.

Como curiosidad, decir que en este lugar, entre otras, se rodó la película “La pasión de Cristo”, de Mel Gibson.

Historia y leyendas del viejo Belchite

Ecos del pasado

Belchite fue un pueblo de los más prósperos de principios del siglo XX en la provincia de Zaragoza, entre sus bellos muros de estilo mudéjar llegaron a contabilizarse dos conventos y varias iglesias, símbolo de la buena salud económica de la comarca. Los primeros pobladores de este lugar datan de la época romana, aunque muchos pueblos primitivos ocuparon ya estas tierras con anterioridad.

Más tarde, los musulmanes dejaron su huella, hasta la reconquista, cuando Felipe III ordenó la expulsión de los moriscos pasando a manos del Conde de Belchite. En el siglo XVII, los Belchitanos consiguieron comprar su independencia a la nobleza.

Bello lugar, es lo que significa la palabra Belchite.

Las leyendas de Belchite.

Desde su total abandono en la década de los 60 y dado su pasado doloroso y sangriento, junto con el perfil fantasmal de edificios semiderruidos. Belchite viejo ha sido un centro de peregrinación para investigadores de lo paranormal de todo el mundo. Las ruinas de los conventos de San Rafael y San Agustín, la inquietante torre del reloj, el viejo cementerio, la iglesia de San Martín… cualquier rincón de este pueblo es un lugar idóneo para pasar una noche con una grabadora y un termo de café.

Y los resultados de estos investigadores no tardaron en producirse. Decenas de psicofonías, grabaciones en las que se escuchan los ecos de la guerra como si aquellos terribles días de 1937 hubiesen quedado impregnados en todas y cada una de las piedras del lugar. Aviones, bombas, disparos… lamentos. Con el paso de los años las leyendas fueron aumentando, en gran parte gracias a estas psicofonías. Presencias misteriosas que caminan por las solitarias calles, sombras que parecen desaparecer en el interior de las casas al paso de los visitantes, fotografías en las que aparecen figuras entre las ruinas, manos que arañan las tiendas de campaña de jóvenes que pasan allí la noche como gesto de hombría, campanas que hace años que desaparecieron y que vuelven a repicar en las noches más oscuras, un niño juguetón que suele asomarse en lo más alto del campanario… quizás sea él quien toca las campanas. Voces que hielan la sangre a los visitantes recomendándoles que se marchen de allí…

Estas son algunas de las muchas historias que se cuentan sobre Belchite, muchas serán ciertas, otras falsas, cada uno es libre de tener su propia opinión, pero de lo que no tengo duda es que todos los que por sus calles han caminado o caminarán, tendrán la misma sensación inquietante de que allí quedó algo atrapado y que de algún modo etéreo, todavía se puede sentir.

Termino con una frase que se puede leer en la puerta de la vieja Iglesia de San Martín. Pintada por Natalio Baquero, uno de los últimos habitantes de Belchite el mismo día de su partida. (La palabra Zagal, significa niño).

“Pueblo viejo de Belchite, ya no ten rondan zagales, ya no se oirán las jotas que cantaban nuestros padres”

La leyenda negra de Marmellar

Pueblos malditos

A la espalda de las montañas de Montserrat, en la comarca del Baix Penedès (Tarragona), y dentro del municipio de Montmell, encontramos el pueblo abandonado de Marmellar, que debe su nombre a un riachuelo que trascurre por las cercanías.

Los primeros datos que se tienen sobre este lugar datan del año 1023 y hacen referencia a su castillo e iglesia interior. Se cree que el uso de esta fortaleza estuvo relacionado con la iglesia y así continuó durante varios siglos, siendo la comunidad de Sant Ruf la que establecería allí un convento.

La iglesia de Santa María de Marmellar data del año 1149, cuando a las faldas del castillo comenzó a crecer el pequeño pueblo.

Estas sierras de pinos, encinas y brezo, fueron ricas en caza y muy fecundas para la agricultura y el ganado. Pequeños pueblos como Marmellar y cientos de Masías se difuminaban por los abruptos montes, siendo estas tierras lugares prósperos para toda la gente que allí vivió sin demasiados problemas durante el segundo milenio. Del siglo XVII data la iglesia de San Miguel, muestra de que el pueblo continuó siendo un lugar próspero de la zona.

En el siglo XIX, la desamortización en toda la comarca de Montmell y los envites de la guerra, hicieron que la vida solitaria en las masías no fuese demasiado recomendable. Los guerrilleros Carlistas hicieron de estos montes su hogar y lentamente, este pueblo se fue deshabitando hasta que allá por los años setenta, los últimos moradores partieron hacía poblaciones más prosperas. Desde entonces, el abandono total y el vandalismo van haciendo mella en los muros de sus edificios. Pese a esto, todavía se pueden contemplar los perfiles de su castillo románico, sus iglesias y algunas de las casas.

El cementerio, en el que hasta hace un par de décadas reposaban los cuerpos de los hijos de este pueblo, muestra ahora sus nichos blancos y vacíos.

La leyenda negra de Marmellar

La fama de este pueblo como maldito no viene de épocas remotas. Todo comienza una noche de San Juan a principios de los años 90. Una joven, no se sabe muy bien si secuestrada o por voluntad propia, conoce a un grupo de jóvenes y es llevada hasta Marmellar. En las ruinas de una casa es violada y quemada viva y tras estos hechos salvajes, la dejan en el interior de uno de los nichos vacios del viejo cementerio. Unos muchachos de la zona encuentran el cuerpo unos días después y relatan que la zona del asesinato se encontraba adornada con diversos símbolos y pintadas de carácter satánico. ¿Ritos oscuros o simplemente un asesinato cruel?

Los datos sobre este asesinato son confusos y han quedado en el olvido, pues a día de hoy, no hay más datos ni culpables.

Esto podría haber quedado como mera anécdota, a no ser porque años después, el 14 de febrero de 1996, otra joven de la zona es secuestrada en una gasolinera próxima y asesinada en este lugar. Esta vez sin ritos oscuros de por medio. Pero a partir de este segundo crimen, la leyenda de pueblo maldito recae en este lugar. Incluso algún dato se recoge sobre apariciones fantasmales de una “Dama blanca”.

San Zhi, un pueblo fantasma futurista

Más que pueblo fantasma, catalogaría San Zhi como urbanización fantasma por las características de este lugar.

Está situada en las afueras de Taipei, en Taiwan, y se construyó a principios de los ochenta como lugar de residencia de lujo. No se conocen los nombres de los diseñadores de esta urbanización futurista. Bueno, la cosa es que apenas hay información sobre este lugar y sobre las causas de su abandono.

Hay teorías para todos los gustos, un tifón que arruinó a la constructora, o una quiebra de ésta simplemente. Muertes de obreros, con sus respectivos espíritus atormentando al resto de trabajadores hasta que abandonan el trabajo por temor… quien sabe, la verdad es que ninguna es demasiado creíble. Es posible que todo sea más simple y que las causas no sean tan rocambolescas.

La cuestión es que San Zhi es el mejor ejemplo de cómo serán las ciudades del futuro cuando sean abandonadas. Un lugar diferente, colorido y tan muerto como el resto de pueblos fantasma.

Entre los lugareños parece que ha tomado fuerza la teoría de los fantasmas y como los Taiwaneses son de naturaleza supersticiosa, el lugar no se derriba por temor a que esos fantasmas pasen a habitar los hogares de los obreros que lleven a cabo tan maléficas tareas.

Kolmanskop, un pueblo fantasma bajo las dunas

Kolmannskuppe Vs Desierto de Namibia

Estamos acostumbrados a ver como la naturaleza, lentamente, recupera el terreno que los humanos le arrebataron algún día construyendo ciudades, pueblos o cualquier tipo de edificaciones allí dónde antaño habían bosques, campos u otros ecosistemas de la madre Tierra.

Esta pequeña ciudad está en Namibia y fue construida por los alemanes, siendo este país Colonia Alemana, allá por el año 1908. ¿Y qué hacían los alemanes en Namibia? Pues básicamente, explotar las minas de diamantes de aquel lugar. Se calcula que en un corto periodo de tiempo, durante la primera guerra mundial, se extrajeron de aquel lugar más de una tonelada de diamantes de una calidad extrema.

Pero como todas las minas acaban por agotarse, no fue esta un caso diferente, y pasados unos años el preciado carbono comenzó a menguar.

La isla-ciudad de Hashima (Gunkanjima)

Metrópolis abandonada

Los japoneses nos tienen acostumbrados a mostrarnos construcciones de lo más dispares. Parece ser que este país no tiene término medio y de los solitarios y bellos templos, rodeados de jardines Zen, pueden pasar a lugares que podríamos denominar “infernales”. Es el caso de la isla de Hashima.

Este islote sería uno más de los más de 500 islotes deshabitados que se encuentran dentro de la prefectura de Nagasaki, al sur del país Nipón, a no ser porque a comienzos del siglo XIX se encontró una gran beta de carbón en sus entrañas. En aquella época el carbón era un bien preciado y escaso en aquel país y no se escatimaron medios para convertir el pequeño arrecife en un complejo industrial con ciudad incorporada.

Durante más de 70 años el trabajo fue incesante. El hormigón hizo que la isla le ganara más de un quilómetro al mar. Un alto muro se construyó alrededor de toda la isla para protegerla de los tifones y de las inclemencias del tiempo y en el interior del perímetro, una enorme ciudad emergió para dar cabida a los casi 6000 trabajadores que llegó a albergar sobre el año 1959. La densidad de población llegó a alcanzar los 3460 habitantes por kilómetro cuadrado.

La explotación minera fue comprada por la compañía Mitsubishi en el año 1890, y poco a poco, dado que los trabajadores no podían salir de la isla y que esta tenía unas medidas bastantes reducidas, se construyó todo tipo edificaciones en la ciudad.

En 1974, Mitsubishi cerró la mina por no serle ya rentable el tema del carbón y desde entonces, la isla está completamente deshabitada. Como en el resto de lugares abandonados del mundo, el clima y los años se han encargado de transformar lo que fue una ciudad llena de vida en un montón de escombros y de edificios fantasmales.

La isla es llamada también en la zona Gunkanjima (buque de guerra en japonés), por la apariencia que muestra su perfil vista desde lejos.

Así era Hashima en el año 1974

Y así es Hashima ahora

Bokor Hill, un pueblo fantasma con Glamour

Bokor Hill Station

Bokor Hill Station es uno de los pueblos fantasma con más clase. No sin motivos, pues fue creado, allá por la segunda década del siglo pasado, por los colonos franceses para reproducir, en la lejana Camboya, el lujo y glamour que tanto añoraban de su país natal.

El pueblo se edificó a las afueras de la ciudad de Kampot y los franceses no escatimaron vidas camboyanas para crear su pequeño París. Palacetes, viviendas, tiendas, oficina de correos, salón de bailes, el gran Hotel casino “Bokor Palace”, la iglesia… en fin, todo lo necesario para que los colonos no tuviesen que relacionarse ni viajar a las húmedas y mal olientes macro ciudades camboyanas.

Pripyat, la ciudad envenenada. 

A lo largo y ancho del planeta, existen multitudes de pueblos y ciudades fantasmas, pero probablemente, ninguna tan espectacular como Pripyat.

Esta floreciente ciudad, de 50000 habitantes, fué evacuada en menos de tres horas y desde aquel momento, hace ya 22 años. Nadie ha vuelto a pasear por sus calles.

Pripyat es una ciudad fantasma al norte de Ucrania en la región de Kiev, en cercanías de la frontera con Bielorrusia, la actual Belarús. Que debe su nombre al río que atraviesa la ciudad.

¿Qué pasó?

Esta ciudad es conocida porque sufrió el peor accidente de la historia de la energía nuclear el 26 de abril de 1986 cuando se produce el sobrecalentamiento y explosión del reactor número 4 de la planta nuclear de Chernobyl, el cual emitió 400 veces más radiación que la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima en 1945, por lo que la ciudad se vio afectada por la radiación y debió ser evacuada. La evacuación fue llevada a cabo en tan solo tres horas por el ejército ruso, cuando la mayoría de los habitantes fueron desalojados de sus casas contra su voluntad, y los animales domésticos y de ganado fueron sacrificados.

Fue fundada en 1970 para dar hogar a los trabajadores de la central nuclear de Chernobyl y a sus familias. Debido a su estratégica posición geográfica en un clima relativamente templado y un suelo muy fértil, la ciudad comenzó a desarrollarse, convirtiéndose en una de las zonas más agradables para vivir en toda la antigua URSS. Debido a eso, la población en sólo 16 años creció hasta más de 40.000 personas.

Actualmente no tiene ningún habitante, más que investigadores, científicos y fuerzas de seguridad que custodian la zona de exclusión. La ciudad es ahora un museo de la era soviética tardía, tiene muchos edificios de apartamentos, dentro de los cuales se encuentran abandonadas fotografías, juguetes de niños, ropa, objetos personales, etc. También hay restaurantes, plazas de juego, hospitales, escuelas y gimnasios que también fueron abandonados. Debido al inexistente mantenimiento de las construcciones, dentro de ellas el moho, hongos e incluso plantas han crecido gracias a la humedad producida al derretirse la nieve de invierno.

Humberstone, los fantasmas de las salitreras. 

Casi todos recordarán en la entrada de muchos pueblos, aquellos carteles amarillos, hechos con azulejos de el “Nitrato de Chile”, fertilizante magnífico que enriqueció los cultivos a la par que los bolsillos de muchísima gente. Les cuento lo que fue de aquellos pueblos y de aquella gente que durante muchísimos años se dedicó a extraer el Nitrato de soda en el que posiblemente sea el desierto más seco y más árido del planeta, el desierto de Atacama, al norte de Chile.

Desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del XIX, cientos de pueblos se crean alrededor de las oficinas salitreras, lugares de extracción del salitre y controlados por unas pocas multinacionales. El dinero corre a raudales y los pueblos se dotan de todas las comodidades como teatros, piscinas, hospitales, salas de baile… etc. Pero el dinero solo corre en los bolsillos de los dueños de estas oficinas, que viven en fabulosas mansiones y gozan de todo tipo de lujos mientras miles de trabajadores extraen el valioso nitrato en las más infrahumanas condiciones, las enfermedades pulmonares a causa de los gases y los vapores de los procesos de extracción hacen estragos en aquellas gentes.

Pero los años felices acaban, a alguien le da por inventar en algún lugar el amoníaco sintético y los abonos naturales comienzan a pasar a un segundo plano, el trabajo comienza a escasear y los sindicatos de los trabajadores comienzan las revueltas que acaban de forma sangrienta.

La oficina de Humberstone y la de Santa Laura son las que mejor se conservan e incluso son patrimonio de la humanidad desde el año 2005.

Se cuenta que las vivencias de aquellas gentes, su sacrificio y sus muertes todavía siguen impregnadas en las calles y paredes vacías y que apariciones fantasmales y psicofonías de lo más tétricas son algo común en estos terroríficos a la par que bellos pueblos sin vida.

Centralia, el Silent Hill del mundo real

Centralia es un municipio en el condado de Columbia, Pennsylvania, en los Estados Unidos. A pesar de que recientemente en 1981 había más de 1.000 habitantes, la población disminuyó a 12 como resultado de una vieja mina en llamas, que arde debajo de la ciudad.

En el año 1962, un incendio aparentemente inofensivo en un basurero de Centralia (Pensilvania) se extendió repentinamente por el subsuelo y encendió una veta de carbón situada bajo la ciudad. Las llamas de la superficie fueron extinguidas por los bomberos, pero el carbón siguió ardiendo bajo las casas hasta convertirse en un monstruo incontrolable que obligó a desalojar la ciudad.

Hoy día, Centralia es un lugar abandonado y fantasmal. La mina subterránea sigue ardiendo y se calcula que contiene carbón para hacerlo durante 250 años más.

El aspecto actual de Centralia es lo más parecido a una película de terror. De hecho, el lugar sirvió de inspiración para la película “Silent Hill”.

Aquí y allá, el monstruo ha levantado las calles o partido en dos las carreteras; pequeñas columnas de humo delatan los lugares por los que trata de respirar.

La carretera estatal 61, que fue cerrada a mediados de los 90, es un lugar auténticamente espectral. Un enorme cartel nos advierte del peligro poco antes de llegar: “Incendio en mina subterránea. Adentrarse en este área puede ocasionar graves daños o la muerte. Gases peligrosos. Peligro de hundimiento”. La fuerza del incendio ha rajado la carretera en dos; una gigantesca grieta que cruza de un lado a otro como si la tierra acabara de estallar.

Actualmente se calcula que la veta de carbón bajo Centralia tiene unos 10 kilómetros de extensión y arde a unos 1.000 metros de profundidad. Las autoridades se dieron cuenta de su existencia a mediados de los 70. Los bomberos abrieron varios agujeros en la tierra para comprobar las evoluciones del incendio y lo consideraban controlado hasta que el propietario de una gasolinera local introdujo una vara para medir los tanques subterráneos y descubrió que estaban a 80º C.

Poco tiempo después, un niño de 12 años fue rescatado tras caer en un pozo de más de 40 metros que se abrió bajo sus pies. A la vista de los acontecimientos, las autoridades se pusieron en marcha y en 1984 evacuaron la ciudad. Unas cuantas familias optaron por quedarse hasta que en 1992 fueron expulsadas definitivamente.

Hoy día, lo poco que queda del pueblo ha sido devorado por la vegetación. De vez en cuando algún grupo de despreocupados turistas se aventura en las inmediaciones de la mina y se fotografía junto a las humeantes chimeneas. Ignoran que, en cualquier momento, el monstruo puede despertar.

 

Visita la fuente de esta información


Viewing all articles
Browse latest Browse all 108924

Trending Articles